martes, 21 de febrero de 2012

Atenas sacrifica soberanía fiscal a cambio del segundo rescate europeo

La historia económica y financiera está plagada de acontecimientos inimaginables que se acaban convirtiendo en inevitables a una velocidad asombrosa. Europa ha evitado de madrugada, con las ya habituales dosis de melodrama y nocturnidad, uno de esos peligrosos lances: la ruptura de la eurozona -al menos por el momento- por el eslabón más débil, Grecia. El club del euro ha aprobado, con varios días de retraso y a ultimísima hora, el nuevo plan para evitar la suspensión de pagos de Grecia: 130.000 millones de euros en créditos baratos a cambio de una enorme cesión de soberanía por parte de Atenas, probablemente la mayor realizada por un país en tiempos de paz. La alternativa era una suspensión de pagos desordenada y un efecto contagio peligrosísimo en los mercados de deuda y en el sector financiero. A primera vista, ese obstáculo se ha salvado: el euro y los mercados reaccionan positivamente al pacto, pese a que la incertidumbre se ha mantenido hasta el final.
El día de la verdad para Grecia ha servido para constatar una de esas máximas inapelables: en economía no hay comidas gratis.

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